Cruzamos el río bajo la luna llena.
Tocamos las piedras bajo el agua
con nuestros pies desnudos.
Teníamos que cruzarlo como se cruza un sueño
que después se hará sangre en nuestro cuerpo.
Caminamos despacio para beberlo todo.
Ya estamos en la orilla.
Desde esta parte el río, a la luz de la luna,
es un collar de oro
que nadie arrancará de nuestro pecho. |