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Avidez de lo oscuro, ciega lengua
de todos y ninguno, voz de nadie
entre la muchedumbre del mercado
y en cenas largas de manteles blancos,
vanidad de los justos, mercancía
de los ociosos, vino del banquete,
alimento de fieras enjauladas,
fruta podrida, pan de alumbre, agua
de manantiales turbios, escaldada
garganta del rencor, voz del desierto
y alegría feroz de los amigos,
lumbre de condenados, mordedura
que devora a las viejas en el quicio,
hambre de los vencidos, sueño inquieto
de los que duermen dándose la espalda,
ansia de cada día, incertidumbre
y avidez de lo oscuro, ciega lengua
en torno del cadáver en la pira,
lepra de las palabras, voz cundida
de negrura, espesura de la tinta,
escribir es mirar con el rabillo,
todo se cuela por los márgenes
del número, en la orilla huele a yodo
y a maderas podridas, lo que vuelve
con la marea es siempre tan oscuro,
qué nos llama a lo lejos imantando
esta lengua de negros y de esclavos,
sudor de las galeras, lodazales
y mosquitos la noche interminable
del desembarco, todos extendemos
la frontera imprecisa de este imperio,
avidez de lo oscuro, ciega lengua. |
Vuelta núm. 203, octubre de
1993
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