Evangelio del agua
Tan solo
azul. El mundo estaba azul desde un principio.
Desde que
yo llegué con mis piedras porosas despellejadas
vivas
(lágrimas
minerales de un rayo ¾antiguo
sol¾
de un mar ¾también
azul¾ de
fuego) a fuerza de despeñarse a gritos de resonancia
a herrumbre.
Estaba azul
y enorme porque era un caos un cosmos
un oleaje
de arcilla contra el agua nubosa que en el cielo arreciaba sus lluvias
incansables.
Era azul
(y más que azul) cobalto ¾metal
blanco rojizo¾.
Como hueso partido e inastillado. Vértebra cervical de un ahuehuete:
viejo y sabio el azul (cobalto terapéutico) de raíces profundas
y marinas con sus bettas y gammas copulando. Azul ¾negro
en el vórtice¾
su remolino de agua. A ni una piedra asido. Ni con la arcilla anclado.
Pero ha dejado huellas (azules azulísimas) desde su nacimiento.
Índigo: rastro donde las piedras (ya sin su piel) moraban. Añil
¾arbusto
leguminoso, pez¾:
recuento de las piedras porosas (despellejadas vivas) que poblaron el agua
con un azul intenso.
Y más
que azul marino (el más hermoso ahogado) al que una
vez Cernuda llamara inagotable. Al que viera desnudo como una
flor; Y entonces [...] más ligero que el agua. Al que
otro Luis (Alfonso) deseara en el deseo... al que otro Luis (cualquiera)
extiende la concha protectora de su mano para su perla genital ¾luna
velamen¾:
el tesoro escondido de los hombres.
Que mas que
azul inmenso como los ojos ¾ascuas¾
en donde eternamente podría vivir (hermoso) cualquier marino (ahogado).
Del poemario
Des(as)cendencia
(inédito).
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