(Lezama Lima deja de interrogar
paredes)
Cada día pongo ante mis ojos una abeja,
guardo su zumbido;
parto de la idea de un archipiélago.
Observo a la abeja: fijo las banderas en dos polos.
Quiero caracoles,
borlas de azafrán.
Quiero una ventana.
No quiero mirar.
Yo sólo puedo empezar la distancia.
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