Plegaria de Zenón

 

Señor del Aserrín y del Patíbulo
Tiento del verdugo que se acerca
Niebla puntual del desahuciado

Tú que miras en mi celda y pones en la frente una amapola
dame pulso firme y la mirada en blanco
vuélvete un ungüento en mi muñeca
abre una herida que jamás resanes

Tú que llegas tarde aun desde el alba
y llenas en cambio mis párpados de seda
llévame al toque de Tu voz
ciego a la entrada de Tu reino.




 


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