V
Mi madre sola, en su vejez hundida, sin dolor y sin lástima,herida de tu muerte y de tu vida. Esto dejaste. Su pasión enhiesta,su celo firme, su labor sombría.Árbol frutal a un paso de la leña,su curvo sueño que te resucita.Esto dejaste. Esto dejaste y no querías. Pasó el viento. Quedaron de la casael pozo abierto y la raíz en ruinas.Y es en vano llorar. Y si golpeaslas paredes de Dios, y si te arrancasel pelo o la camisa,nadie te oye jamás, nadie te mira.No vuelve nadie, nada. No retornael polvo de oro de la vida. |