Ojos |
La Historia Universal
en los recuerdos de mis casa en Acapulco:
callejón Benito Juárez
con un puesto de aguas frescas
y el perfume de los mangos;
tal vez un costado de la cárcel
insinuándose apenas tras la esquina.
Veo mi primer cuerpo
vacío en el cuerpo de un ahogado:
dos hombres lo sacaron de Caleta
y pusieron a escurrir su cadáver
con los pies hacia arriba,
como si pretendieran exprimirlo de la muerte.
Veo la mano de Jorge
tirando un gato desde el balcón.
La mano de mi madre preparando comida.
Las manos de un amigo
empujando mi coche de pedales.
Yo no me veo: no me veo.
Ese niño se gastó en la mirada.
Apenas una brizna de su vida me roza
cuando tengo los ojos borrados por el sueño.
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