Pensar en un horizonte es en principio construir
una perspectiva. Esto significa reordenar, tanto hacia atrás como
hacia adelante, los distintos marcadores que nos puedan servir de orientación.
Hacia atrás, intentando releer críticamente el legado delas
varias tradiciones poéticas que circulan entre nosotros. Y hacia
adelante, evitando la idea de horizonte como metáfora del porvenir,
tratando de limitarla a la de futuro inmediato, el que está ya ahora
siendo presente, el que ya es materia de nuestra conversación: un
espacio de diálogo que no deja de estar aquí y ahora, es
decir, también en la historia.
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