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La materia regresa a su costumbre.
Que del agua un relámpago deslumbre o un sólido de humo tenga en un cielo ilimitado y tenso un instante a los ojos en suspenso, no aplaza su consumo. Obscuro perecer no la abandona
Embriagarse en la magia y en el juego
Aun el llanto otras ondas arrebatan,
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La conciencia regresa a la nada, al cambio, pero se trata de un regreso diferente, pues algo queda de la ficción que se desvaneció, que fue expulsada. El "yo" --momentáneamente identificado con la materia-- gime al quedarse solamente con el recuerdo, la memoria, de lo que se desvaneció.44 La materia vuelve a su estado de corrosión constante, a pesar de que se haya formado ante los ojos absortos un "sólido de humo" o haya refulgido sobre el agua un "relámpago deslumbre". Aunque siga a la "imagen encantada" a esa "fulgurante zona" de intemporalidad, la materia continúa deshaciéndose y, por dentro, tampoco la ilusión puede rehacerse, reconstruirse. Si el poeta --el "yo"-- ha creído que la realidad podía ser representada en plenitud "congelada", sólo llega a la desilusión. Por eso, "el alma de arcilla" llora pues se ha embriagado en el "áurea llama" y se ha consumido en la ficción, en lo falso.(18) El llanto es arrebatado por "otras ondas" y los ojos se liberan de esta caída agónica y regresan a ser mirada "honda y vacía" que "flota errabunda". | ||
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