CANTO A UN DIOS MINERAL
26-27
 
 
GLOSA
Pero, ¡qué lejos de lo que es y vive 
en el fondo aterrado y no recibe 
las ondas todavía 
que recogen, no más, la voz que aflora 
de una agua móvil al rielar que dora 
la vanidad del día! 

El sueño, en sombras desasido, amarra 
la nerviosa raíz, como una garra 
contráctil o bien floja; 
se hinca en el murmullo que la envuelve, 
o en el humor que sorbe y que disuelve 
un fijo extremo aloja.

Sin embargo, lejos de esto que es y "vive en el fondo aterrado" están las ondas que apenas  alcanzan a recoger la voz que aflora del espejo de agua y que "dora la vanidad de un día".  Ese mundo interior parece ser menos vano y efímero en su convulsionarse que las ondas  cambiantes del mundo exterior (26). El sueño suelto, como había quedado en su reino  amurallado, se amarra a la raíz de los nervios como una garra que se hinca en el murmullo  que la envuelve (el murmullo de los recuerdos) o "aloja un extremo fijo" en el humor que  sorbe y que disuelve. Es decir, suma a lo recordado las percepciones que extrae de los  nervios (27).  
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