Oh, eternidad, oh, hueco azul, vibrante
en que la forma oculta y delirante
su vibración no apaga,
porque brilla en los muros permanentes
que labra y edifica transparentes,
la onda tortuosa y vaga.
Oh, eternidad, la muerte es la medida,
compás y azar de cada frágil vida,
la numera la Parca.
Y alzan tus muros las dispersas horas,
que distantes o próximas, sonoras
allí graban su marca.
Denso el silencio trague al negro, obscuro
rumor, como el sabor futuro
sólo la entraña guarde
y forme en sus recónditas moradas,
su sombra ceda formas alumbradas
a la palabra que arde.
No al oído que al antro se aproxima
que al banal espacio, por encima
del hondo laberinto
las voces intrincadas en sus vetas
originales vayan, más secretas
de otra boca al recinto. |
Se abandona el tono meramente
descriptivo para introducir un gesto vocativo, una exhortación.
Primero, el poeta apela a la eternidad. La llama "hueco azul, vibrante"
en el que la forma oculta y delirante no apaga su vibración porque
brilla en los muros permanentes y transparentes que edifica la onda tortuosa
y vaga (31). [Es decir, la forma no se abate ante la eternidad porque permanece
en la memoria]. El poeta le dice a la eternidad que la "muerte es la medida"
que rige cada "frágil vida". Las horas dispersas, distantes o próximas,
alzan los muros de la eternidad y allí, sonoras, graban su marca
(32). [En la muerte es donde parece conseguirse la intemporalidad buscada].
Desea que el silencio se trague el negro y oscuro
rumor que se agita en el interior convulso, el ruido de la memoria. Que
"como el sabor futuro", sólo guarde y forme la entraña en
sus recónditas moradas. Que la sombra del rumor ceda formas alumbradas
a la palabra que arde. [Es decir, el poeta desea que se eliminen los rumores
provenientes de la memoria y se conserve y se forme en sus moradas recónditas
sólo la entraña del lenguaje que tendrá una forma
siempre futura, siempre mutante pero también siempre eterna. De
esta manera, se retirarán las sombras por la acción de la
palabra] (33). Por último, esas palabras, en las que se conjugan
percepción y memoria, "voces intrincadas en sus vetas originales",
no deberán ir sólo al oído que se aproxime al antro
en que se encuentran, sino que deberán salir al banal espacio, atravesar
el hondo laberinto y situarse en otra boca que las haga más secretas,
más íntimas, y las coloque en otro recinto. |